«Moralmente inaceptable». El diputado conservador Julian Knight, presidente de la comisión parlamentaria encargada de los deportes en la Cámara de los Comunes, no se anduvo con rodeos para expresar un sentimiento creciente en Inglaterra.
En un correo al gobierno, reclamó un impuesto especial a los clubes que enviaron «a sus asalariados no jugadores al paro parcial mientras siguen pagando a sus futbolistas» con normalidad.
Horas después, el ministro de Sanidad Matt Hancock recordó a los futbolistas que «todo el mundo debe jugar su papel (…) lo primero que pueden hacer para contribuir es aceptar una bajada de sus sueldos».
Desde el inicio de la pandemia de COVID-19 los clubes ingleses multiplicaron las operaciones de apoyo, ya fuese mediante donaciones a los bancos de alimentos o con la participación de sus jugadores y entrenadores en actos benéficos.
El delantero del Manchester United Marcus Rashford se asoció con la organización benéfica FareShare para proveer de alimentos a 400.000 niños desfavorecidos, mientras que un futbolista anónimo del Liverpool donó 25.000 libras (unos 28.500 euros) al hospital Alder Hey.
– ¿Howe y Potter como ejemplo? –
Pero para la muy rica Premier League, con sus 4.800 millones de libras (5.500 millones de euros) de cifra de negocios anual acumulada, tocar los sueldos de los futbolistas parece resultar mucho más complicado que en el resto de grandes campeonatos europeos.
En la Bundesliga, 16 de los 18 clubes ya han acordado bajadas salariales y los dos últimos lo harán en breves fechas.
En España, los jugadores del Barça y del Atlético Madrid han renunciado al 70% de sus ingresos mientras dure el estado de alarma y en Italia los jugadores de la Juventus y su cuerpo técnico aceptaron reducir sus emolumentos anuales un 30%.
Existen voces en la Premier League, como la del volante alemán del Manchester City, Ilkay Gündogan, que se muestran dispuestas a ese esfuerzo. «Por supuesto, es evidente», afirmó el jugador a la televisión alemana.
Pero por el momento, sólo dos entrenadores, Eddie Howe (Bournemouth) y Graham Potter (Brighton) han pasado de las palabras a los hechos.
La opción del Tottenham de enviar a 550 asalariados al paro parcial que estipula el gobierno -80% de sus sueldos con un máximo de 2.500 libras mensuales, sufragados por los contribuyentes- resultó llamativa, aunque el propio presidente de los Spurs Daniel Levy verá reducidos sus emolumentos un 20%.
– ‘Una diana fácil’ –
Un anuncio realizado el día en que el club londinense publicó un beneficio bruto de 87,4 millones de libras (cerca de 100 millones de euros) para 2018/2019, más que los del Liverpool y los dos equipos de Mánchester juntos.
«Los clubes, en tanto empresas, que tienen sus medios para pagar a sus jugadores y empleados, deberían hacerlo (…) Todo uso de las ayudas estatales sin necesidad económica real se hará en detrimento del conjunto de la sociedad», argumentó el jueves la Professional Footballers Association (PFA).
El sindicato de jugadores, que no sólo defiende los intereses de los millonarios del Top-6, busca un acuerdo global, pero estima que centrarse en los salarios de los jugadores «sólo serviría a los intereses de los accionistas».
Pero por encima de los astronómicos salarios -el sueldo medio anual en la Premier es de 3,4 millones de euros- se esconden realidades opuestas, y el recurso a los jugadores demasiado bien pagados es un refrán populista, según algunos observadores.
«Creo que el fútbol sirve de pararrayos a los políticos», estima Kieran Maguire, profesor de contabilidad especializada en el deporte de la Universidad de Liverpool, preguntado por la AFP.
«Las mismas críticas (procedentes de los políticos) nunca se dirigen a los banqueros a los fondos especulativos (…) El fútbol es una diana fácil cuando se trata de señalar con el dedo», añade.
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