Al principio del torneo, los aficionados de los dos grandes capitalinos encendieron una vez más la llama de la esperanza, creyendo que, ahora sí, sus equipos iban a dar buen espectáculo y obtendrían buenos resultados, tal y como tradicionalmente ha sido en Guatemala.
En Municipal, con un plantel con nueve extranjeros y un técnico que había argumentado que no habían jugado la fase final del torneo anterior porque él no había armado el equipo, creyeron que por fin serían competitivos, algo que se les ha negado por más de siete años, pero bastaron pocas semanas para que se dieran cuenta que las cosas estaban peor que antes, por lo que Horacio Cordero llegó al rescate, pero está por verse si realmente es capaz de rescatarlos.
En Comunicaciones fue lo mismo: “Yo no armé el equipo”, pero Willy Olivera dispone ahora de un plantel con todos los jugadores que él quiso, pero le faltó pensar en lo que tendría que hacer cuando le faltara el diez, porque la historia es la misma de cuando sacaron a José Manuel Contreras: se fue el buen futbol y dejaron de ganar títulos, confirmando que a falta de una buena dirección las individualidades sacan la cara, pero si no están todo se derrumba.
Este artículo también fue publicado en la sección de Deportes de Nuestro Diario el miércoles 3 de octubre.