Para nadie es un secreto que por muchos años en Guatemala le hemos negado a los jóvenes una oportunidad de destacar en el futbol.
Dirigentes y técnicos han preferido por siempre a los jugadores que prolongan su carrera, aunque sus condiciones estén diezmadas y su aporte sea mínimo, sin contar con los que vienen de afuera, que en su mayoría no marcan diferencia.
Los unos y los otros ocupan espacios y eso reduce la posibilidad para que surjan figuras nuevas, lo que se agrava con el poco o ningún trabajo de fuerzas básicas que deja en desventaja a los patojos, que no tienen cómo pulir sus cualidades.
A pesar de eso y no obstante la época oscura que vive nuestro futbol, hoy nos podemos deleitar con Yeltsin Delfino Álvarez, Ángel Cabrera (foto), Víctor Armas, Frank De León y algunos más que rondan los 23 años, a los que se suman otros tantos que andan por los veinte y que nos hacen pensar en dónde podría estar el futbol de Guatemala si tuviéramos establecidos los procesos de formación con entrenadores capacitados para descubrir y perfeccionar a los talentos que surgirían de los distintos semilleros.
La materia prima está allí, pero seguimos sin saber cómo aprovecharla.
Este artículo también fue publicado en la sección de Deportes de Nuestro Diario el miércoles 21 de febrero.