Kabul, 24 Ago 2020 (AFP) – Un dispositivo de las fuerzas especiales afganas en un valle cercano a Kabul no sirvió para arrestar al antiguo presidente del fútbol del país, ahora fugado, acusado de violencia sexual contra jugadoras del equipo nacional femenino, indicaron este lunes las autoridades.
«La pasada noche, a las 22H00 (17H30 GMT), las fuerzas especiales llevaron a cabo un dispositivo aéreo y terrestre en el Panchir con el objetivo de arrestar a Keramuddin Karim. Pero no pudieron arrestarlo», señaló el portavoz del gobernador de esta provincia.
La operación «no fue coordinada con las autoridades locales» y la población local «combatió a las fuerzas de seguridad, impidiendo su éxito», añadió.
Karim fue suspendido de por vida en junio por la FIFA y condenado a una multa de un millón de dólares. Una investigación interna lo declaró «culpable de haber abusado de su posición y de haber abusado sexualmente de jugadoras» (al menos cinco) entre 2013 y 2018.
El Tribunal Arbitral del Deporte (TAS) ratificó a mediados de julio la condena contra el expresidente de la Federación Afgana de Fútbol (AFF).
El TAS destacó que a diferencia de los múltiples casos de corrupción que ponen en duda la integridad del fútbol, Karim había «violado los derechos humanos fundamentales y provocado daños psicológicos y físicos de jóvenes jugadoras, atentando contra su integridad».
«Con sus horribles actos, no sólo destruyó sus carreras, sino que ha perturbado severamente sus vidas», continuó el TAS en su comunicado, que con esta decisión confirma su política de «tolerancia cero contra la violencia física, psicológica y sexual a todos los niveles del fútbol».
Karim trató de defenderse de las acusaciones en el pasado asegurando que las denunciantes «no tienen pruebas» y que todo formaba parte de una «conspiración».
Las autoridades afganas emitieron una orden de arresto el año pasado, pero permanece en libertad.
Tras la caída de los Talibanes en 2001, el deporte femenino fue promovido como símbolo del nuevo Afganistán, más moderno y liberal.
Pero ser jugadora sigue representando un riesgo en un país donde la amenaza talibán es omnipresente. Y alzar la voz contra los atentados sexuales es un tabú en un Afganistán patriarcal.
El valle de Panchir, de donde viene Karim, es conocido por el talento de sus combatientes. Cuando los talibanes se hicieron con el país entre 1996 y 2001, fue una de las pocas regiones que jamás controlaron.