Roma, 7 Jul 2020 (AFP) – Un mercado de fichajes de plusvalías y libros de cuentas. Con los traspasos simultáneos de Miralem Pjanic y de Arthur, Juventus y Barcelona pusieron a la luz una práctica muy corriente en Italia, la de los falsos trueques, muy útil en período de incertitumbre económica.
– El mecanismo
¿Por qué hablar de «falso trueque»? Porque si bien Arthur y Pjanic suponen un intercambio entre Barcelona y Juventus, son traspasos separados. El bosnio firmó por 60 millones de euros y el brasileño por 72.
Los montos son importantes, pero poco dinero entra o sale de las arcas, aunque el efecto en las cuentas es espectacular, gracias a la noción de plusvalía.
El costo del jugador es extendido bajo forma de amortización en toda la duración de su contrato. Arthur, al firmar por cinco años, se convierte desde un punto de vista contable en quince millones por temporada.
En cambio, la plusvalía en la venta (el precio de venta menos el valor residual del contrato del jugador) es inmediatamente inscrita en las cuentas. Y con Pjanic, la Juventus logró una plusvalía de 42 millones, la segunda más grande de su historia tras la lograda con Paul Pogba.
«Es un jugador al que hemos seguido durante años y que es más joven que Miralem. Hemos logrado una gran operación financiera», resumió Fabio Paratici, director deportivo juventino.
– Especialidad turinesa
Según el sitio Calcio e Finanza, la Juventus metió en sus cuentas 500 millones de euros de plusvalías en las cinco últimas temporadas, 150 en 2019-2020. Operaciones muy útiles para respetar el fair-play financiero, cuando el fichaje de Cristiano Ronaldo supuso un gran gasto.
No se trata siempre de trueques, pero Juventus se ha hecho un especialita en ellos.
La temporada pasada, en el puesto de lateral derecho, se fue Cancelo al Manchester City y llegó Danilo, y en el izquierdo, se fue Spinazzola al AS Roma y llegó Pellegrini, después cedido al Cagliari.
De forma más discreta, registra también plusvalías con jóvenes, como recientemente con Manchester City, que traspasó a la Juventus a Felix Correia y recibió a Pablo Moreno. Como resultado, una operación contable positiva de unos 10 millones de euros para cada club, por jugadores lejanos del primer equipo.
– ¿Dónde está el problema?
¿Arthur, suplente en el Barça, vale verdaderamente 72 millones de euros tras haber sido fichado por 31? ¿Cómo Pjanic puede valer 60 millones cuando tiene 30 años y ha hecho una temporada mediocre?
Ningún instrumento permite establecer de forma objetiva el valor de un jugador y nada impide a un club pagar «demasiado caro». Pero el sistema puede prestarse a abusos.
El Corriere dello Sport hablaba la semana pasada de una «burbuja que tarde o temprano va a explotar».
«Se pueden elaborar las más bellas operaciones sin liquidez en las arcas. Pero al final, los salarios se pagan en dinero, no en ajustes contables», añade el diario.
«El mecanismo puede llevar a abusos cuando la cesión de un jugador se hace sin circulación de verdadero dinero o con trueques basados en evaluaciones irreales o ficticias, hinchadas para meter en las cuentas un ingreso importante, con la complacencia del club comprador, al que tal vez se le devuelva el favor más tarde», explica el periodista Marco Bellinazzo, especialista de economía del fútbol, en el diario Il Sole 24 Ore.
– ¿Qué soluciones?
«Donde emerge un sistema que busca mejorar o corregir balances con ventas hinchadas o ficticias, las instancias deberían encontrar el coraje de establecer nuevas reglas de evaluación lo más precisas posibles para combatir este dopaje administrativo», estima Bellinazzo.
En 2018, el Chievo Verona fue multado y se le retiraron puntos tras operaciones juzgadas ficticias con Cesena, que le petmitieron equilibrar sus cuentas y poder inscribirse en el campeonato.
Y en febrero, La Gazzetta dello Sport afirmaba que la UEFA está analizando este tema.
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