Árbitras semiprofesionales en los terrenos españoles, Iragartze Fernández, Elena Peláez y Judit Romano son también sanitarias en primera línea frente a la pandemia. Hasta el punto de ser destacada como heroínas en España, aunque rechacen esta etiqueta.
«Es mi trabajo», dice Fernández a AFP, añadiendo que «no creo que sea yo aquí superman, ni una superwoman».
Esta juez de línea, de 26 años, que gestiona partidos de la 1ª división femenina y de 3ª división masculina, ejerce desde hace cinco años como enfermera en un ambulatorio del País Vasco.
Frente a la amplitud de la crisis, ha pasado de trabajar a tiempo parcial a una jornada completa para gestionar el flujo de enfermos.
«Trabajo en un centro de salud (…) haciendo cribado a las personas que acuden con síntomas del coronavirus», explica, consciente de poner su propia salud en riesgo.
– ‘Mucho riesgo’ –
«Tenemos mucho riesgo de transmitir la enfermedad porque estamos con ella», comenta, señalando que «te genera estrés porque estás ante un contrincante que no le conoces, entonces juegas con desventaja».
Con 4.089 muertos en España, según un último balance publicado el jueves, Iragartze Fernández reconoce estar bajo presión con lo pacientes, a veces tan agresivos como los futbolistas sobre el terreno.
«Igual en el ámbito del fútbol está más acentuado, pero yo como enfermera también sufro insultos de gente que no quiere esperar la cola, o quiere que se le atienda primero porque cree que lo suyo es más grave, todo el mundo está expuesto a lo mismo», se lamenta esta joven árbitra.
Pero no todo es tan negativo: también disfruta de los aplausos que cada tarde suenan en los balcones y ventanas de España para agradecer el trabajo de los sanitarios.
«Es verdad que los aplausos, lo que estamos viviendo cada día a las ocho de la tarde, pues es como un incentivo, no somos ni héroes ni heroínas, pero nos sentimos como halagados, relata Iragartze Fernández a la AFP.
«Yo, que llevo dos años viniendo al centro de salud, nadie me había agradecido, también es mi trabajo y me pagan por ello, pero nadie nos había agradecido con tanto entusiasmo, no nos sentimos como heroínas, pero nos sentimos mejor», afirma.
– ‘Vía de escape’ –
Con el fútbol español suspendido hasta nueva orden por la pandemia, esta joven árbitra vasca lamenta no poder ejercer y busca una escapatoria en el deporte.
«Hacer deporte está siendo mi vía de escape para cambiar un poco el chip. En el ambulatorio estamos todo el día con el coronavirus, llego a casa pongo la tele y es lo mismo, miro la prensa on line y también», afirma.
«Entonces como no podemos salir a correr, ni ir al monte, ni hacer algo con lo puedas desconectar, hacer deporte esa horita por la mañana, me viene super bien», precisó, afirmando que sigue conservándose físicamente.
Al igual que sus compañeras Judit Romano, juez de línea en 2ª división masculina (única mujer en la categoría), y que trabaja en el hospital universitario de Oviedo como anestesista en el servicio de reanimación, y Elena Peláez, colegiada en 1ª división femenina y comadrona en un hospital de Palencia, Iragartze Fernández, sigue siendo seguida de cerca por la Federación.
«Nos envían videotests, luego tenemos videos, tenemos una área física, con los entrenamientos que podemos hacer en casa, como hacerlos sin cinta o sin bici, hacer cardio con otros medios», explica.
Y a pesar de la dificultad de la situación, su «pasión» por el fútbol sigue intacta: «Los ratitos que tengo libre, que estoy en casa, echo de menos ver fútbol, hasta una competición de segunda B. El hecho de arbitrar lo echamos muchísimo de menos porque es nuestra pasión», concluye.