Siempre se nos ha dicho que el futbol es para todos y que las reglas imperan igual en todos lados, pero bien sabemos que eso no es cierto.
La desigualdad siempre ha existido entre los países ricos y pobres, lo que se ha acentuado con la adopción de los adelantos técnicos, porque estamos conscientes que en realidades como la nuestra nunca tendremos cuarenta cámaras en un partido, tecnología de línea de gol, detección semiautomática del fuera de juego, seguimiento individualizado de cada jugador y lo que hace o deja de hacer en la cancha, sin contar con que la mal llamada Inteligencia Artificial no tardará mucho en aparecer en escena, convirtiéndonos en más subdesarrollados de lo que ya somos.
En lo financiero Europa se alejó aún más desde que algunos equipos comenzaron a recibir millonadas de dinero no siempre limpio de diversos empresarios, o cuando surgieron los clubes-estado que distorsionaron el mercado de futbolistas, lo que se agrava ahora con la irrupción de los árabes y sus petrodólares, todo lo cual deja claro que el fair play financiero no aplica para todos y que la FIFA y sus Confederaciones cierran los ojos y, cuando quieran actuar, seguramente será demasiado tarde.
Este artículo también fue publicado en la Sección de Deportes de Nuestro Diario el miércoles 16 de agosto.