Viendo el partido entre Estados Unidos y México en la Liga de Naciones, me sorprendí al observar la impotencia de los aztecas, reducidos literalmente a ratones verdes, repartiendo patadas y provocando conatos de bronca como único recurso para vengar la goleada que les estaban dando.
Paralelo a ello, en las gradas los aficionados daban rienda suelta a su frustración con su tradicional grito homofóbico que causó que se activara dos veces el protocolo respectivo, hasta que el árbitro decidió finalizar el encuentro cuando faltaban cinco minutos.
Concacaf condenó este hecho, pero por ser demasiado repetitivo, esperamos que se imponga un fuerte castigo a los mexicanos, para que siente un verdadero precedente en la región.
Aquí es donde también nosotros debemos actuar, porque tenemos el problema con el grito de algunos seguidores de Xelajú, al que nadie parece prestarle atención, pero al que debe ponérsele un freno ya.
Si en la Copa Centroamericana se produce ese insulto hacia el guardameta adversario, el club pagará las consecuencias, por lo que hacemos un llamado a los buenos aficionados quetzaltecos para que abandonen esa mala costumbre y no queden mal vistos, como los mexicanos.
Este artículo también fue publicado en la Sección de Deportes de Nuestro Diario el jueves 22 de junio.