Debido a la pandemia se jugó durante varios meses a puerta cerrada y, desde antes y después de esta situación sanitaria ha existido la medida de no permitir público visitante en la mayoría de partidos, lo que nos hizo caer en el error de relajar las medidas de seguridad que deben prevalecer en los estadios antes, durante y después de cada encuentro.
En ese contexto, partimos de la idea de que no va a pasar nada, pero cuando sucede la reacción es tardía y no siempre la mejor, dando como resultado daños en la integridad física de las personas y pérdidas materiales.
Esto viene al caso por el zafarrancho que hubo antes del partido entre Municipal y Olimpia, en el que nadie tomó en serio las amenazas públicas que se hicieron los fanáticos de estos clubes, por lo que no hubo un dispositivo para un partido de alto riesgo, con círculos de seguridad o, incluso, con prohibición de asistir para los aficionados olimpistas.
Aunque no hubo gran repercusión en los medios, lo sucedido no fue poca cosa, por lo que se debe aprender de este enorme descuido para evitar que se repita, porque más vale que haya muchos policías rascándose la barriga, a que estos aparezcan cuando el asfalto ya esté lleno de sangre.
Este artículo también fue publicado en la sección de Deportes de Nuestro Diario el miércoles 24 de agosto.
Nota del Autor: Posterior al envío de este artículo a la Redacción de Nuestro Diario, el Club Olimpia de Honduras anunció que no admitirá aficionados de Municipal en el partido de esta noche en Tegucigalpa, y ayer se informó oficialmente que Concacaf multó con una cantidad indeterminada al equipo rojo, al que -además- obligará a jugar dos partidos a puerta cerrada en eventos oficiales que organice la entidad. De todo esto es responsable quien debió velar por la seguridad en el juego del 18 de agosto, pero no cumplió con su deber.