París, 5 Jun 2020 (AFP) – Cuestionarios médicos diarios, controles de temperatura frecuentes, test de detección del COVID-19 semanales, mascarillas en los vestuarios. Sin hablar de pensar en cómo celebrar un gol. Los jugadores tratan de adaptarse a la nueva realidad del fútbol.
El campeonato polaco fue uno de los primeros en Europa en reanudarse el pasado fin de semana, tras el parón provocado por la pandemia del nuevo coronavirus.
Partidos a puerta cerrada, al menos por ahora, y adaptarse a esta nueva realidad es el gran desafío al que se enfrenta Tom Hateley.
El hijo del delantero internacional inglés Mark Hateley, antigua estrella del AC Milan, Mónaco y Glasgow Rangers entre otros, juega en el Piast Gliwice, el vigente campeón polaco que reanudó su defensa del título con una contundente victoria por 4-0 ante el Wisla Cracovia.
Después de casi tres meses sin jugar un partido y ganando 2-0 tras los primeros 11 minutos, Hateley tuvo que controlarse cada vez que la pelota cruzaba la línea de gol, especialmente tras haber sido testigo de las medidas de distanciamiento social y de las celebraciones en la Bundesliga, reanudada días antes.
«No tenía ni idea de qué hacer. Nos dimos la mano y eso fue todo», explica a la AFP.
«Vi en Alemania, en el primer partido del Dortmund, que celebraban los goles con dos metros de distancia. Nosotros no lo hicimos así, sino con un simple choque de manos y ya está», añade.
La historia de Hateley es una muestra de las dificultades de esta nueva normalidad, pese a que Polonia ha sido comparativamente un país poco afectado por la pandemia, con apenas un millar de fallecidos de una población de 38 millones de personas.
«En Polonia, tenías que llevar la mascarilla hasta la semana pasada, cuando se ha empezado a abrir tiendas, las restricciones se han aliviado», dice este jugador de 30 años.
– ‘El fútbol es un negocio’ –
«En cuanto a la Ekstraklasa (campeonato de primera división polaca), 50 personas de cada club tuvieron que aislarse durante dos semanas antes de autorizar los entrenamientos».
«Nos toman la temperatura cada mañana y cada noche y tenemos que rellenar un cuestionario cada noche para el doctor, que es lo que estoy haciendo ahora», explica.
Los entrenamientos individuales comenzaron a comienzos de mayo y los equipos se concentraron tres semanas para prepararse para la reanudación. Los futbolistas se sometieron a análisis de sangre una vez por semana para detectar si tenían antivirus.
«Tenemos que usar tapabocas en el club y cada vez que vamos al estadio; en el vestuario también. El gimnasio está cerrado. Sólo cuando entras en el terreno de juego te puedes quitar la mascarilla», dice Hateley poco antes de salir para pasar la noche en un hotel seguro, especialmente designado para poder preparar el próximo partido.
Es una «situación extraña». No obstante, Hateley comprende los motivos por los que muchos de los campeonatos europeos están determinados a reanudarse, incluso en Polonia, donde los ingresos por los derechos televisivos no tienen nada que ver con las cantidades que se cobran en las grandes ligas.
«Los clubes de todo el mundo necesitan ese dinero para sobrevivir, para poder pagar las nóminas. Eso te hace darte cuenta que el fútbol es un negocio».
«Idealmente, ¿todos volverían y jugarían partidos en un deporte de contacto ahora? No estoy seguro. No creo que se darían tanta prisa por volver si no hubiese todo ese dinero en juego».
Los aficionados al fútbol podrán regresar a los estadios polacos a partir del 19 de junio, aunque sólo se autorizará una cuarta parte de los aforos.
Por ahora, los jugadores deben contentarse con jugar en terrenos vacíos, en contraste con lo que ocurría a comienzos de marzo, antes del parón, cuando 23.000 personas vieron al equipo de Hateley derrotar al Legia Varsovia, su rival por el título.