No fue fácil. Se resistieron hasta el último momento, pero tuvieron que irse.
La intervención de FIFA a la Fedefut les había caído de perlas, porque para entonces ya estaban “trabajando” para llevar a Gerardo Paiz a la presidencia y la salida antes de tiempo de Brayan Jiménez también significaba un adelanto de las elecciones, carrera en la que llevaban mucha ventaja sobre cualquier competidor que pudiera surgir.
Pero todo se trastornó cuando FIFA extendió el mandato de la Comisión Normalizadora y pospuso el evento electoral, porque para entonces ya se habían repartido los puestos que iban a ocupar cada uno de los “líderes” del movimiento. Al ver este gran obstáculo en su camino optaron por no aceptar lo decidido por FIFA y eso trajo consigo la suspensión del futbol nacional y, más tarde, el retiro de la Comisión Normalizadora.
En ese momento comenzó la telenovela del estatuto, la designación de un Comité interino y, por supuesto, todo lo relativo a una elección viciada, en la que Gerardo Paiz no pudo participar por haber presentado un finiquito falsificado y se les ocurrió impedir de manera absurda la participación del Lic. Jorge Roldán, con lo que ganaban tiempo para no perder el control federativo.
La salida fue poner un títere de presidente y bloquear las candidaturas de Roldán y de Luis Leal, con lo que solo participó una planilla.
Aquello no era suficiente, porque “se habían ganado el respaldo de la mayoría de asambleístas”, aunque no por un extraordinario plan de trabajo ni nada que se le parezca, pero querían dar la impresión de un apoyo total y, por tanto, le retorcieron el brazo a algunos equipos de la Liga Nacional para que se presentaran a la asamblea y votaran a favor de la única planilla, ya que en caso contrario podían haber represalias.
De esa manera fueron electos, pero nunca fueron reconocidos por FIFA, quien sin ningún tipo de prisa, pero sin quitar la presión, los obligó a aprobar de nuevo el Estatuto que ya había recibido el aval en julio de 2017 y luego les ordenó renunciar y dejar los cargos directivos de la Fedefut, lo cual se cumplió hoy.
Ahora se espera que FIFA y Concacaf envíen emisarios y nombren una nueva Comisión Normalizadora, a la que me permito sugerir que sus primeros pasos incluyan los siguientes temas: Expulsar del futbol a los 34 títeres que desafiaron a FIFA y provocaron la suspensión, intervenir de inmediato la Primera División y no realizar las elecciones previstas para el viernes 11 de mayo y hacer las mejoras que se consideren necesarias al Estatuto, de acuerdo a las necesidades y situación actual.
Posteriormente habrá que hacer elecciones en las Asociaciones Departamentales y en las Ligas, quedando de último la elección de los distintos Órganos de la Fedefut, incluyendo el Comité Ejecutivo.
Hoy finalizó un capítulo negro en la historia del futbol de Guatemala, producto de la ambición personal de varios individuos que solo velaron por sí mismos. En el camino quedaron tirados millones de quetzales gastados por su patrón, los que no regresarán, pero lo más indignante es que muchos futbolistas, especialmente juveniles, se quedaron sin la oportunidad de competir internacionalmente y eso les cortó su crecimiento, lo que hará más difícil la recuperación del futbol de Guatemala.
Ahora queda la esperanza de una nueva historia, pero todos debemos estar vigilantes para que el futbol nacional no vuelva a caer en las manos de incapaces y corruptos, confiando que, con el tiempo, podamos volver a tener participaciones dignas en las distintas competencias de FIFA y Concacaf.