Hace una semana dije que quería que Guatemala ganara, goleara y gustara contra Guyana, pero, dados los antecedentes, me conformaría con ganar.
De hecho, eso fue lo que sucedió en la serie, en la que el equipo azul y blanco terminó imponiéndose 4-3, no sin antes hacer el ridículo monumental de perder en la ida, vergüenza que recae sobre los hombros de Luis Fernando Tena y muchos de sus elegidos, los que no tienen méritos para portar la camiseta nacional.
Aunque se ganó el cupo para la Copa Oro, a lo largo de los 180 minutos nunca fuimos verdaderamente superiores, costó mucho mantener el orden en una línea defensiva improvisada y con poca salida por las bandas, en el medio no hubo quien gobernara, no solo para imponer el ritmo, sino también para liderar al equipo, quedando solo las apariciones individuales de Pedro Altán, mientras los hombres de ofensiva estaban aislados, desconectados y sin asociación con el resto de sus compañeros.
Esto quiere decir que en más de 3 años Tena no ha logrado que juguemos a algo, que tengamos un estilo y una identidad, todo esto a escasos seis meses de la etapa final de la eliminatoria mundialista, lo que reduce nuestras posibilidades de clasificación.
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Este artículo también fue publicado en la Sección de Deportes de Nuestro Diario el jueves 27 de marzo.
