El futbol es impredecible, porque ciertamente la mayor parte de veces gana el favorito, pero no son pocas las ocasiones en las que el pequeño se crece y logra resultados que nadie esperaba.
En el Premundial Sub-17 que se juega en nuestro país hay que reconocer que hicimos una fase de grupos mediocre, perdiendo con Panamá, salvándonos nuestro portero de ser goleados por México, y ganándole a uno de los peores, Curacao.
Llegando como terceros nos emparejábamos con Jamaica y no fuimos pocos los que pensamos que hasta ahí llegábamos, pero se superó la prueba y, como “premio”, nos tocaba jugarnos el boleto mundialista contra Estados Unidos, que había estado intratable.
Aunque en el fondo teníamos la esperanza de un milagro, la verdad era que esperábamos una paliza, pero dentro de lo impredecible que mencioné al principio, los patojos no se asustaron, no bajaron los brazos y a cada gol gringo respondían con valentía.
Al final no hubo milagro y nos quedamos sin Mundial, pero hay que aplaudir a nuestra Selección por su lucha, por su coraje y por su esfuerzo, quedando de nuevo la lección de que falta mucho por hacer y que seguimos varios peldaños debajo de los grandes de la Concacaf.
Este artículo también fue publicado en la sección de Deportes de Nuestro Diario el jueves 23 de febrero.