Lisboa, 21 Ago 2020 (AFP) – «David Alaba es en mi opinión una suerte de Beckenbauer negro». Pocas veces el presidente del Bayern de Múnich, Karl-Heinz Rummenigge, había ponderado de esa manera: el defensa austríaco, muy comprometido contra el racismo, adquirió este año una nueva dimensión deportiva y extradeportiva.
El lateral reconvertido a central, que tendrá la misión de frenar a Neymar, Kylian Mbappé y al resto de estrellas del PSG el domingo en la final de la Liga de Campeones (19h00 GMT), es a sus 28 años un icono en Alemania.
«Es el primer futbolista que juega a ese nivel desde Franz (Beckenbauer), que agarra con la mano ese cetro» de líder desde la retaguardia, lo alabó recientemente Rummenigge, quien lo vio llegar a Múnich con 16 años, procedente de la cantera del Austria de Viena.
«Su personalidad se ha desarrollado», prosigue el dirigente del club bávaro, en esto tiempos de ‘Black Lives Matter’. «Tiene la oportunidad de poder jugar un papel especial por su color de piel», añadió.
Nacido en la capital austríaca, hijo del célebre músico nigeriano George Alaba y de madre filipina, David Alaba fue de los primeros en expresarse públicamente luego de la muerte a finales de mayo de George Floyd, un afroamericano muerto a manos de un policía de Estados Unidos.
– ‘Racismo omnipresente’ –
«Encontré racismo constantemente en mi vida, en mi juventud, en mi infancia, aún hoy», confiesa el jugador. «El tema del racismo está por desgracia omnipresente en mi vida (…) la palabra con N (negro) se me ha lanzado constantemente».
En la actualidad, debido a su estatus de estrella internacional, reconoce que escapa a esos insultos, pero sus amigos todavía los padecen.
«Cuando escucho lo que me cuentan, a veces me digo: ‘¿nada ha cambiado?’. Ver a mis hermanos y hermanas negros sufrir tanto me pone triste y me destroza el corazón», reconoce.
Un sufrimiento que contribuyó a forjar su carácter e hizo de él el líder que es hoy.
Esta temporada ha dado un paso al frente, en parte motivado por las circunstancias. Luego de años jugando en la banda izquierda, que compartió con éxito con Franck Ribéry, tuvo que reinventarse como central desde noviembre tras las lesiones de los titulares Niklas Süle y Lucas Hernández.
En apenas unos partidos, este atleta de apenas 1,80 metros de altura con gran juego aéreo amplió su paleta de cualidades para convertirse en el patrón de la zaga bávara.
«Su desarrollo en ese puesto es sobresaliente. Dirige al equipo, da órdenes», apunta su entrenador Hansi Flick.
– Vaticinio de Guardiola –
Y mientras el austríaco juega actualmente una partida de póquer con los rectores del Bayern, en la que dejó caer la posibilidad de salir del club después de la final de Lisboa, Flick habló con claridad: «Me voy a implicar todo lo que pueda para que él y Thiago (Alcántara) sigan con nosotros», prometió.
Porque Alaba es también una prolongación del técnico en el vestuario. «Hablo mucho con los jóvenes, a menudo vienen a verme y me preguntan cosas, intento mostrarles el buen camino».
Alphonso Davies, la revelación de la temporada, contó que Alaba le dio consejos valiosos para progresar en el puesto de lateral izquierdo.
Antes que Flick, Pep Guardiola ya vio el potencial de este jugador polivalente, centrocampista con la selección austríaca: «Puede jugar en todos sitios, es rápido, bueno en la recuperación y está siempre concentrado al 100%. Puede convertirse sin duda en uno de los mejores centrales del mundo», predijo el técnico catalán, quien ya lo probó en ese puesto cuando dirigía al ‘Rekordmeister’ (2013-2016).
Beckenbauer, en el siglo XX, levantó en tres ocasiones la ‘Orejona’. Alaba la ganó en 2013. Si el austríaco sale victorioso el domingo ya estará a un paso del ‘Kaiser’.