«Los clubes de Premier League decidieron por unanimidad consultar a los jugadores sobre un conjunto de medidas que combinan una reducción y un aplazamiento condicional de los salarios por un total que representa un 30% del monto anual», escribe la instancia que organiza el campeonato de Inglaterra.
Una reacción tardía que llega casi 24 horas después de que el gobierno británico, de mayoría conservadora, alzara el tono.
«Moralmente inaceptable». El diputado conservador Julian Knight, presidente de la comisión parlamentaria encargada de los deportes en la Cámara de los Comunes, no se anduvo con rodeos para expresar un sentimiento creciente en Inglaterra.
Por la noche el ministro de Sanidad Matt Hancock recordó a los jugadores que «la primera cosa que podrían hacer para contribuir al esfuerzo nacional era aceptar una bajada de salario».
Este viernes por la mañana, un portavoz del primer ministro Boris Johnson confirmó que las declaraciones de Hancock, pidiendo a los jugadores tomar parte del esfuerzo nacional, suponían «el punto de vista del gobierno».
– Howe y Potter, ejemplos –
Desde el inicio de la pandemia de COVID-19 los clubes ingleses multiplicaron las operaciones de apoyo, ya fuese mediante donaciones a los bancos de alimentos o con la participación de sus jugadores y entrenadores en actos benéficos.
Pero lo hicieron de manera dispersa, incluso un poco anecdótica, si se tiene en cuenta la escala de la Premier League, la liga más rica del mundo, con sus 4.800 millones de libras (5.500 millones de euros) de cifra de negocio anual.
En la Bundesliga, 16 de los 18 clubes ya han acordado bajadas salariales. En España, los jugadores del Barça y del Atlético Madrid han renunciado al 70% de sus ingresos mientras dure el estado de alarma y en Italia los jugadores de la Juventus y su cuerpo técnico aceptaron reducir sus emolumentos anuales un 30%.
A pesar de que bajar el sueldo de los futbolistas resulta muy complicaddo en Inglaterra debido al poder que tienen, existen voces discordantes, como la del volante alemán del Manchester City, Ilkay Gündogan. «Por supuesto, es evidente», afirmó el jugador a la televisión alemana.
Pero por el momento, sólo dos entrenadores, Eddie Howe (Bournemouth) y Graham Potter (Brighton) han pasado de las palabras a los hechos.
La opción del Tottenham de enviar a 550 asalariados al paro parcial que estipula el gobierno -80% de sus sueldos con un máximo de 2.500 libras mensuales, sufragados por los contribuyentes- resultó llamativa, aunque el propio presidente de los Spurs Daniel Levy verá reducidos sus emolumentos un 20%.
– ‘Diana fácil’ –
Un anuncio realizado el día en que el club londinense publicó un beneficio bruto de 87,4 millones de libras (cerca de 100 millones de euros) para 2018/2019, más que los del Liverpool y los dos equipos de Mánchester juntos.
«Los clubes, en tanto empresas, que tienen sus medios para pagar a sus jugadores y empleados, deberían hacerlo. Todo uso de las ayudas estatales sin necesidad económica real se hará en detrimento del conjunto de la sociedad», argumentó el jueves la Professional Footballers Association (PFA).
El sindicato de jugadores, que no sólo defiende los intereses de los multimillonarios del Top-6, busca un acuerdo global, pero estima que centrarse en los salarios de los jugadores «sólo serviría a los intereses de los accionistas».
Pero por encima de los astronómicos salarios -el sueldo medio anual en la Premier es de 3,4 millones de euros- se esconden realidades opuestas, y el recurso a los jugadores demasiado bien pagados es un refrán populista, según algunos observadores.
«Creo que el fútbol sirve de pararrayos a los políticos», estima Kieran Maguire, profesor de contabilidad especializada en el deporte de la Universidad de Liverpool, preguntado por la AFP.
«Las mismas críticas (procedentes de los políticos) nunca se dirigen a los banqueros a los fondos especulativos. El fútbol es una diana fácil cuando se trata de señalar con el dedo», añade.
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