«Asumiremos nuevas interrupciones de los partidos», aseguró el grupo de ultras ‘Fanszenen Deutschland’ en un comunicado, haciendo referencia a las interrupciones temporales de los partidos Hoffenheim-Bayern y Union Berlín-Wolfsburgo el pasado fin de semana.
Los árbitros pararon estos partidos después de que los ultras mostraran desde la grada banderas insultantes hacia el presidente del Hoffenheim Dietmar Hopp, que encarna según los radicales el fútbol como negocio, contrario a la arraigada visión popular de este deporte en el país.
En el origen del conflicto, una sanción impuesta por la Federación Alemana (DFB) a los hinchas del Dortmund, que tendrán prohibido desplazarse durante dos años a Hoffenheim tras haber insultado de gravedad a Hopp.
Ultras de todo el país se solidarizaron, con banderas anti-Hopp y anti-DFB en los estadios el pasado fin de semana.
«Con sanciones colectivas para proteger a un millonario la DFB muestra su verdadera cara. Se trata ni más ni menos que un ataque contra nuestra cultura y valores», señalaron los ultras en su comunicado.
En caso de banderas contra una persona, como con los gritos racistas, los árbitros deben evaluar si se trata de una injuria pública. Si fuera el caso, deben interrumpir el partido y si se retira, se puede reanudar el juego.
Pero a la tercera vez, el colegiado debe anular definitivamente el partido, algo que todavía no ha sucedido en la Bundesliga.